El ex suboficial argelino Mohamed Benhalima, de 32 años, fue entregado por el Gobierno español a las autoridades argelinas el 24 de marzo, solo cinco días después de que Argelia retirase a su embajador en Madrid, Said Moussi, en protesta por el “brusco giro” de Madrid respecto al Sáhara Occidental. Para España era apenas un inmigrante en situación irregular. Sin embargo, Argelia lo perseguía como un disidente con mucha visibilidad. Si la intención del Ministerio del Interior que dirige Fernando Grande-Marlaska era tender puentes con Argel y calmar las aguas, no lo ha conseguido. Dos meses después, Argelia continúa sin embajador en España. Pero la vida de Benhalima, tal y como advirtió antes de su expulsión, se ve abocada a pasar los siguientes lustros en la cárcel. O el resto de su vida.