Luisa perdió su modo de vida tras la gran crisis de 2008. Era cocinera en un bar. Se quedó sin nada. Vivió en casa de un amigo, fue desahuciada de un piso, subalquiló una habitación muy pequeña. Subsistió como pudo. Ahora tiene 71 años y asegura que le ha tocado el Gordo. “La convivencia es una lotería, pero a mí me tocó el Gordo”, comenta mientras mira a sus compañeros, y en especial, a Vicente, con el que ha hecho muchas migas.